No son los títulos académicos ni las posesiones los que transforman un país, una región, una localidad o una empresa.

Para crecer, debemos hacerlo juntos. Por eso, es esencial destruir las barreras que impiden el acceso al conocimiento y compartir las lecciones aprendidas que son nuestros tesoros de vida.

Como emprendedores, es nuestro deber compartir conocimiento de forma gratuita, confiando en que todo fluye y lo que damos, también recibimos.

Debemos tener dos plataformas al servicio del mundo. La primera, gratuita, para aportar a la comunidad. La segunda, un servicio personalizado o especializado para las personas que requieran ahondar más sobre un tema o herramienta.

¿Es posible transformar vidas? Todo es posible. Este es un deseo ambicioso, pero es real. En el siglo XXI, tenemos Internet, inteligencia artificial, redes sociales y herramientas de automatización para alcanzar estos objetivos.